La Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba atraviesa un momento decisivo en su historia. Nos encontramos frente a una oportunidad para reorientar su rumbo, fortalecer sus estructuras académicas y administrativas, y proyectarla como una institución de educación superior que responda con calidad, pertinencia y compromiso social a las necesidades del territorio chocoano y del país.
Como estudiante de esta casa de estudios, hago un llamado que quien asuma la administración de la universidad debe comprometerse a proteger y fortalecer las políticas que favorezcan a los estudiantes, asegurando que la calidad académica sea el eje fundamental que impulse el progreso institucional.
Ese anhelo de transformación universitaria puede parecer cada vez más distante, pero solo unidos podremos hacerlo realidad y construir la universidad que soñamos, la misma que también soñaron nuestros padres. Hoy más que nunca, la historia nos convoca a actuar con compromiso, con sentido colectivo y con esperanza, para que la universidad vuelva a ser el orgullo del Chocó y el faro que ilumine los caminos del conocimiento, la justicia y la dignidad.
Este es el momento de materializar el anhelo de nuestros padres, abuelos y familiares, quienes soñaron con una universidad capaz de generar conocimiento, promover el pensamiento crítico y formar profesionales comprometidos con la justicia social y el desarrollo sostenible del Chocó.
Sin embargo, construir universidad implica superar las prácticas de división, estigmatización y violencia. No se edifica una institución académica sólida desde el enfrentamiento ni desde la exclusión. La construcción universitaria requiere de diálogo plural, transparencia institucional, democracia participativa y respeto mutuo. Solo a través de la deliberación argumentada y del reconocimiento de la diversidad de perspectivas podremos avanzar hacia una visión compartida de universidad.
Es imperativo que en este proceso se involucren todos los sectores de la comunidad universitaria, sin excepción: estudiantes, docentes, administrativos, trabajadores y egresados. Cada uno de estos actores posee un papel fundamental en la tarea de reconstruir la confianza institucional y garantizar que las decisiones se adopten con base en principios de equidad, justicia y participación.
Construir universidad no se limita a preservar la infraestructura o los programas académicos; implica reafirmar el sentido ético, público y social de la educación superior. Este proceso exige madurez institucional, responsabilidad colectiva y compromiso con el conocimiento como bien común.
En consecuencia, este es un llamado a la reflexión y a la acción responsable. La historia nos convoca a ser protagonistas de un proceso de transformación real, a fortalecer la democracia universitaria y a consolidar un proyecto académico al servicio de la región y del país.
La universidad que soñaron nuestros mayores solo será posible si hoy la construimos con sensatez, respeto y visión de futuro.
Cordialmente,
Yosman Borja
Estudiante de Ciencias Sociales